domingo, 19 de octubre de 2014

Dones del Viento o La Poesía como Alquimia

Todo lo que es verdadero te lleva hasta tu centro para, de allí, salir transformado.
Cuando la poesía desciende a lo oscuro se produce esa inmersión en la materia, ese encontrarnos con nuestra parte de sombra. Si la evitamos perdemos la fuerza porque la sombra nos indica cuáles son las partes de nosotros que no han sido miradas. Cuando somos capaces de verlas y reconocernos en ellas podemos sanarlas. Este es el momento crucial, la Nigredo, nuestra iniciación a través de la noche, del despertar, de la aceptación. Esta fase requiere valor, es aquí donde nos asaltan las dudas, el miedo de no ser capaces, de no valer, de no poder. Aquí empieza la metamorfosis de la oruga, el Viaje de la Heroína, del Héroe, el descenso al inconsciente... cuando emprendemos este viaje no sabemos cuál será el resultado, hasta que nos damos cuenta de que el resultado no es la prioridad, sino lo que estamos siendo y en lo que nos estamos convirtiendo durante el trayecto. El alma nos ha pedido esta travesía y se está haciendo a sí misma momento a momento, a través de nuestras decisiones, de los paisajes que elegimos, de los encuentros y las sincronías.

Nigredo:

Mi vida es esta,
levantarme y desconocerme un poco cada día.
Caronte ¿cómo cruzaremos la noche si los tambores del sueño no nos acompañan?
¿Qué moneda, qué óbolo tendremos que pagar
por desoír la llamada
del otro lado de la sombra?

En una segunda fase nos encontramos con el "otro" y empezamos a compartir nuestro viaje con él. En ese momento nos damos cuenta que venimos de muchos viajes, de muchos "otros" que habitan en nuestro interior. Al mirarnos en el espejo del otro vemos el amor y también las heridas, los miedos que hemos proyectado en quien tenemos enfrente. Esta etapa es la Albedo en la que emprendemos la reconciliación interior con el hombre/ mujer interior para convertirnos en un ser completo: empuñamos la espada de la fuerza interior, de nuestra verdad, de la firmeza y bebemos de cáliz de la sabiduría, la intuición y la conexión, es el momento de la boda sagrada en que la dualidad ha sido reconocida y honrada porque en la dualidad está implícita la unidad que somos con el Todo y la trinidad, el potencial de lo que podemos llegar a ser: el hijo divino que nace de esa unión y que representa nuestro poder creativo: un nacimiento, cualquier tipo de expresión artística... todo lo que nace del amor y que quiere manifestarse a través de nosotros:

Albedo:

Speculum

No puedo dejar de perseguir
mi sombra por tu cuerpo transparente,
pues es mi condición y mi condena
encontrarme a través de tu reflejo.

No renuncio a la verdad que me devuelves
ni a tu luz, que soy yo tras el espejo.

La última etapa es el nacimiento a nuestro ser interior, a la totalidad, a la unión. Nos encontramos cara a cara con el Misterio, y somos conscientes de que en este viaje todo tuvo sentido: las noches en vela, el paso por el laberinto, todas las luces y las sombras... este viaje nos ha llevado hasta nuestra esencia, nos hemos conducido a nosotros mismos desde el miedo a la confianza y en el proceso algo ha cambiado, hemos expresado una verdad sobre nosotros, hemos hecho o dicho aquello que nunca creímos poder hacer o decir, hemos sido todo lo que podíamos ser, y a través de nosotros la alquimia se ha producido: algo en nosotros se ha expandido, la coniunctio entre el cielo y la tierra, entre los elementos, ha tenido lugar y el mundo nunca volverá a ser el mismo porque en un momento decidimos dar ese paso más allá de las limitaciones. Nos hemos liberado por el amor y la confianza en nosotros y en la vida. La Rubedo es ese ir más allá de nosotros para encontrarnos con el todo que somos. Es en ese momento cuando el universo canta en nosotros y su voz ya no puede ser acallada.

Rubedo:

Boda Alquímica

Yo me elijo de nuevo
en la inocencia y en la libertad
de nuevo y por siempre en la palabra
persisto.
Me elijo ante todo y ante todos
y prometo amarme en mi alegría y en mi tristeza
en el valor y en la cobardía
hasta que la muerte me reúna de nuevo
en mi centro irreductible.
Por el poder que me ha sido otorgado
desde la materia
que me acoge en lo profundo del plomo y del mercurio,
yo declaro
que sólo necesito celebrarme
para que mi oro pueda esparcirse
como los dones del viento.

Texto y poemas: Brunhilde Román Ibáñez

Imagen: Qahira Lynn

2 comentarios:

  1. Tremendo camino el que nos describes, pero fascinante, como las grandes epopeyas de los héroes y heroínas de la antiguedad.
    Gracias por sumergirte en tus adentros, y sacar para nosotros estas perlas de belleza y sabiduría luminosa.
    Nos encontramos por el Camino... :-)

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